Lo que COVID no nos quitó.

 

A un poco mas de un año de que COVID se convirtiera e una pandemia podemos empezar a evidenciar sus consecuencias. (Aunque es posible que algunas aún estén por hacerse presentes). Hoy podemos sentarnos y reflexionar como nuestras vidas son diferentes a lo que fueron al principio del 2020. 

Sin duda la propagación de este virus nos ha cambiado la vida. Hay muchas cosas que nos hemos visto privados de hacer, cosas como viajar, asistir a escenarios deportivos, conciertos, festivales, participar en reuniones familiares etc. En resumen nuestra vida se ha visto afectada por COVID, y la iglesia no ha sido una excepción. 

Desde el inicio de la pandemia celebraciones religiosas presenciales han sido prohibidas en la mayoría de países. En Ecuador las iglesias se han visto obligadas a parar cultos presenciales en varias ocaciones, y aún cuando se les ha permitió volver reunirse, muchas iglesias se han visto impedidas de hacerlo debido a que sus lugares de reunión no son lo suficientemente grande para cumplir las normativas de distanciamiento social.

Consecuentemente, muchos de los cristianos se vieron impedidos de poder asistir a su iglesia a causa de COVID, sin embargo, aún con todo esto, COVID no nos quitó la oportunidad de ir al templo. 

Para quienes se estén preguntando acerca de la congruencia de mis últimas aseveraciones les pido que tengan paciencia y que me permitan explicar. 

Acepto que las frases “Consecuentemente, muchos de los cristianos se han visto impedidos de poder asistir a su iglesia a causa del COVID” y “ COVID no nos quitó la oportunidad de ir al templo.” señalan una aparente contradicción, sin embargo, esto solo es verdad si los términos “templo” e “iglesia” son lo mismo, lo que voy argumentar que no lo son.

Empezaré por poner las cosas claras. Nuestras iglesias, llamase el edificio donde nos congregamos, no son un templo.

Hoy en día aún existe una tendencia en ciertos grupos cristianos en America latina de llamar al edifico de la iglesia, templo; o a su vez nombrar “santuario” al salón de reunión de la iglesia.

Aunque lo más probable es que se utilice esos nombres para expresar bajo un lenguaje bíblico la dedicación de un edificio para la adoración de Dios, este vocabulario, termina empañando el entendimiento de la historia de la redención. 

Para poder entender estas aseveraciones es necesario primeramente definir el significado bíblico del templo. 

Vaughan Roberts en su libro “El gran panorama divino” nos ayuda con una definición básica del templo como el lugar de reunión entre lo divino y lo humano. Longman Tremper también nos ayuda a percatarnos de esta realidad al apuntar como las especificaciones dadas por Dios para construcción del tabernáculo y más tarde el templo, simbolizaban “el cielo en la tierra.”

En realidad, se puede decir que la narrativa Bíblica habla de la búsqueda de esa unión. 

En el relato de la creación vemos que Dios creó al ser humano, Adan y Eva, y que ellos vivían en unión íntima con él. En este sentido vemos que el jardín del Edén es el lugar de union de lo divino y lo humano. Dios caminaba a lado del hombre Genesis 3. Pero una vez que el hombre cayó y fue expulsado del Edén, Dios empieza a proveer formas y espacios para volver a tener relación con el hombre. Empezando por los altares, el tabernáculo y el templo y terminando con nuestro señor Jesucristo. A esto se lo denomina la historia de la redención.

Por lo tanto el templo y su predecesor el tabernáculo fueron medios que Dios utilizó en un determinado tiempo para relacionarse con su pueblo. Ambos, el tabernáculo y el templo era el espacio donde la presencia de Dios moraba en medio del pueblo así como también permitía a través del sistema sacrificial que el pueblo pecador no muera al estar en la presencia de Dios. 

Por lo tanto vemos que el templo ciertamente tenía una función específica en un tiempo específico, es decir antes de Cristo ya que ambas funciones del templo fueron completamente cumplidas por Jesus. 

En Jesús Dios ciertamente habitó en medio del pueblo. Esto se lo puede ver claramente en el prologo de Juan 1:1-18, donde se nos dice que el verbo eterno estaba con Dios y que es Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. 

Por esta razón en el capítulo 2 versos 19-21 leemos:

19 —Destruyan este templo —respondió Jesús—, y lo levantaré de nuevo en tres días.

20 —Tardaron cuarenta y seis años en construir este templo, ¿y tú vas a levantarlo en tres días?

21 Pero el templo al que se refería era su propio cuerpo.

Aquí vemos claramente que Jesús afirma que su cuerpo es el templo.

Así mismo Hebreos 9 y 10 nos dicen que Jesús cumplió la función de sumo sacerdote ya que entró al lugar santísimo una vez y para siempre obteniendo lo que los otros sacerdotes no podían hacer, y esto es el rescate eterno. Y esto según Hebreos 10:4 se debe a que 

“ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados”.

La carta a los Hebreos claramente nos enseñan que el sacrificio de Jesús en la cruz significa el fin del sistema sacrificial y por lo tanto el fin del templo físico.

Con todo esto podemos ver que su cuerpo y el ministerio de Jesús es el templo por excelencia y que por lo tanto el templo físico quedo obsoleto.

Ahora, cabe reconocer que las iglesias Bíblicas afirman estas realidades y sin embargo vemos que algunas siguen utilizando el nombre de templo para referirse a sus iglesias. 

Entonces vale la pena preguntarnos, ¿Qué esta pasando?. ¿Cómo apareció este lenguaje entre las iglesias evangélicas?

Algo característico de la iglesia de latino America es que su gente de alguna u otra manera ha sido moldeada por el catolicismo que es parte de sus culturas. 

A saber, la iglesias Católica llama a sus edificios templo, entonces es posible que este lenguaje haya sido “acarreado” a la iglesia evangélica. 

Ahora, aún cuando lenguaje en sí no es un problema, lo es la teología detrás de este. 

La teología Católica llama a sus iglesias templo y al lugar de reunión santuario, basado en su teología de la comunión o eucaristía que en sí es el centro mismo de la celebración de la misa. 

Esto se debe a que bajo la doctrina de la transubstanciación el pan y el vino se convierten ciertamente en el cuerpo y la sangre de Cristo, entonces, de acuerdo a ese entendimiento, el edificio de la iglesia efectivamente se convierte en un “templo” porque la presencia de Dios llega a habitar en ellos en los elementos de la eucaristía. De la misma manera la iglesia Católica cree que el acto de la eucaristía es en sí un sacrificio (aunque no sangriento) donde se “aplica” la muerte de Jesus para el perdón de los pecados.

Como bien lo dice Calvino en su obra la institución de la fe cristiana, este entendimiento de la eucaristía termina destruyendo el sacrificio de Jesús en la cruz. 

Hebreos 9:25-26 claramente enseña que Jesús ofreció el sacrificio perfecto una solo vez y para siempre y que este fue capaz de acabar de una vez por todas con el pecado. Pero, si es correcto lo que la iglesia Católica afirma, entonces el sacrificio de Jesus en la cruz no fue suficiente para pagar por los pecados sino que se necesita que una y otra vez este sea “aplicado” para perdonar los pecado. 

Como podemos ver la doctrina católica de la transubstanciación es una clara oposición a lo que la Biblia enseña y por lo tanto desde la reforma esta ha sido rechazada por las iglesias bíblicas, sin embargo, hoy en día vemos que estas terminan siguiendo utilizando el vocubulario católico y consecuentemente, afirmando, sin darse cuenta, los principios de la doctrina de la transubstanciación.

Entonces, con todo esto se ha demostrado el error teológico de llamar a una iglesia templo, pero ahora vale la pena preguntarnos, que implicaciones practicas tiene esto en la vida de un creyente y más que nada, ¿qué tiene qué ver esto con el tema del COVID?

Covid nos ha restringido muchas actividades, gobiernos han restringido eventos donde exista aglomeración de personas como es el caso de celebraciones religiosos presenciales. Entonces, bajo un entendimiento de que los edificios de las iglesias son templo, estas restricciones significarían un impidiendo a que las personas que tengan relación con Dios, puesto que se les estaría prohibiendo congregarse en el lugar donde su presencia habita. 

Sin embargo, como lo hemos visto esto no es el caso. COVID no nos ha quitado la oportunidad de ir al templo, porque Cristo es el templo. 

Jesus es en quien nosotros podemos tener relación con Dios. Nosotros ya no necesitamos ir a un espacio físico para poder estar en la presencia de Dios e intentar pagar nuestros pecados con sacrificios porque Jesús lo ha hecho todo. Así que como creyentes podemos gozarnos en el hecho de que ni siquiera una pandemia que pudo sacudir todo el mundo, tiene el poder de evitar que vayamos al templo, porque Jesús es el templo.

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