Ensuciando La Cruz

 

Gálatas 6:14–15 (RVR60)

14Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. 15Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.

En el pasaje anterior, ¿Cuál es el contexto dentro del cual Pablo proclama “lejos esté de mí gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo?”  Los versículos anteriores nos indican que los creyentes gentiles estaban siendo presionados por ciertos judaizantes a circuncidarse.

Los judaizantes querían evitar ser perseguidos, pero también deseaban gloriarse en la circuncisión de otros, lo cual era una clara muestra de seguir la ley.  ¿Eran estos judaizantes creyentes en Cristo?  El texto en cuestión no lo especifica, pero hay una buena posibilidad de que sí lo hayan sido, pues tenemos ejemplos como en Hechos 15:5 donde algunos fariseos creyentes querían lo mismo.  Hechos 15 enseña que la circuncisión no es necesaria para los nuevos creyentes. De manera que podemos concluir que, hayan sido creyentes o no, estos judaizantes se equivocaron grandemente.

La posición de ellos presentaba no una, sino varias dimensiones problemáticas.  La primera es que simplemente no era verdad que para ser salvos había que circuncidarse primero.  La segunda es que ni ellos mismos obedecían la ley (v 13). Y la tercera era su motivo principal.  En vez de estar preocupados por la vida de sus hermanos gentiles, los judaizantes realmente estaban preocupados por su propio bienestar, o sea, el evitar el sufrimiento de la persecución.

Es difícil elaborar mucho en el tema, pero sí podemos notar que hay algo de virtud en abrazar la verdad de tal manera, que sin importar lo que venga, nos mantendremos firmes hasta el final.  Por el otro lado hay algo de cobardía en saber la verdad y temer el costo de lo que significaría abrazarla.

La verdad produce vida, pero para la mentira la verdad es muerte.  Pablo dice que los que obligan a otros a seguir tradiciones no basadas en el evangelio, lo hacen para no padecer la persecución que es causada por la cruz de Cristo.  Tal vez creían que Jesús era el Mesías, pero no querían meterse en problemas con la cultura judía ni con los judíos no creyentes. ¿Cuantos hoy en día prefieren evitar persecución y obligar a otros a vivir según tradiciones no basadas en el evangelio?  ¿No es eso mas fácil?  “Shh, tranquilo.  No hables así porque te crucificarán. No vayas en contra de la cultura.”  Sea la cultura secular o la cultura de la iglesia, mi pregunta es, ¿a qué costo lo hacemos?  ¿Cuanto cuesta nuestro silencio delante del egoísmo religioso?

Gracias a Dios, Jesús no era así.  Gracias a Dios, le crucificaron.  Cristo, obedeció la ley, pero no se glorió en seguir tradiciones que distraían a la gente de la verdad de Dios.  A la misma vez, sabemos que él siguió tradiciones culturales, incluso algunas que no eran obligatorias por la ley.  Un ejemplo lo encontramos en Juan 10:22 donde dice que Jesús fue al templo en la fiesta de la Dedicación, más conocida hoy en dia como Janucá.  Esta fiesta no estaba en la ley pues se originó después de que la ley fue escrita.  Jesús sabia cuándo era el tiempo de ir en contra de las tradiciones y cuando estaba bien seguirlas.

El problema con los que tienen miedo de ir en contra de tradiciones que dañan a la gente es que, como Pablo dice aquí, no las confrontan porque quieren recibir alabanza de otros y no de Dios.  No quieren sufrir y prefieren que sus amigos encajen bien con la cultura que les rodea. Hermanos, ¡lejos esté de nosotros gloriarnos en que la cultura nos acepta y nos encuentra inofensivos!

¿Cuántos cristianos se han gloriado de que personas han aceptado tradiciones de la iglesia aun cuando esa persona no ha demostrado fruto del cambio en su interior? ¿Cuantos se glorían en que el exterior ha cambiado un poco mientras que el corazón continúa endurecido?  Si solo es el exterior que ha cambiado, es como una tumba con una hermosa lapida por encima, pero por dentro llena de huesos y tejido putrefacto.

Si nos vamos a gloriar, que sea en la cruz de nuestro Señor que no solo es un símbolo de la muerta redentora de Cristo, sino que también es el instrumento de Dios para cambiarnos de una manera tan radical que podemos decir genuinamente con el apóstol Pablo “el mundo me es crucificado a mi y yo al mundo.”

A veces hemos labrado artificios humanos alrededor de la cruz.  Son bonitos y lo hacen un lugar muy agradable y cómodo, pero en realidad esto es como subir una montaña a pie por 12 horas solo para defecar. Disculpen, es grotesco.  Yo lo sé.  ¿Pero cómo podemos contemplar un logro tan significante como la Cruz de Cristo y contaminarla con algo que es completamente opuesto de la cruz y va en contra de su misma naturaleza?

Al llegar a la cima de la montaña ese momento se convierte en una contemplación del logro y todo lo que significó en cuanto a dominio propio, fuerza, persistencia, y paciencia.  Cuando contemplamos la Cruz debemos ser movidos al asombro al ver cómo Dios usó un instrumento de muerte para producir vida y una nueva creación, no solo en nosotros como creyentes, sino también en un cielo nuevo y una tierra nueva por venir.  Si nos gloriamos en esto, cualquier sufrimiento en esta vida nos parecerá como un leve momento en comparación con la gloria venidera.

Mientras nos acercamos a la semana santa, examinémonos para verificar que no hemos puesto nada alrededor de la cruz que pueda ser un obstáculo para ver la gloria de la cruz.

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