Descripción
Los dioses falsos habían inundado la tierra y ésta gemía a casua de la maldad social imperante. Y sucedio lo inevitable: el horrible juicio de Dios comenzó a manifestarse contra su pueblo. Fue Ezekiel, un joven exiliado en Babilonia, quién recibió de parte de Dios el cometido de advertir a su pueblo acerca del juicio inimaginable y aún más atroz que se avecinaba.
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